3.5.14

Tortilla dulce de tía Berta

                              

 Marisa,  del  blog  “Thermofan”  

Como esta receta ha sido la promotora del 4º Reto de Recetas BBSS, quiero copiar aquí el relato que escribí en su momento en Thermofan. Lo merece.


Detrás de cada blog hay una persona y su vida, sus historias. Muchos de nosotros recordamos platos y los enlazamos directamente a las personas que nos los enseñaron. El de hoy también va dedicado.

Por circunstancias tristes de la vida, en mi último año de carrera, vine a vivir a la misma casa en la que sigo en la actualidad. Mi padre había fallecido y me encontré con un piso en Valencia, recién reformado y para mí sola. Una finca emblemática en la ciudad.

Llegué con 19 años a esta bonita casa; mi madre la amuebló con el fin de que amigas vinieran a compartir la casa, pero a última hora, no quisieron y eso facilitó que mi objetivo, que a continuación explico, se viera cumplido.

En mi interior, tristeza, pero también una gran responsabilidad: encerrarme a estudiar e ir a por todas. En mi mente, el sabio consejo de mi padre: “Estudia mucho que tú puedes sacar un acceso directo”. Un año antes, ni me lo hubiera planteado porque me decepcionó comprobar que ir a la Universidad, en aquellas fechas, consistía en sentarse al sol con tal de no asistir a clases con muy poco contenido. Ni siquiera las clases de francés, mi especialidad, fueron de mi agrado. Dadas las circunstancias, seguí al pie de la letra su consejo que consiguió cambiarme la vida y hacer de mí una maestra con gran vocación por la profesión, al igual que la tuvo mi padre.

En esta casa empecé a cocinar por primera vez, recetas que había visto preparar, que tenía apuntadas, o en recortes. Mi primer arroz al horno, natillas, hervidos, alguna paella… y para mí sola.

Sólo los "40 Principales" de la radio me acompañaban. El resto del tiempo era para estudiar mucho y disfrutar de una casa con vistas a un jardín interior en el que tan sólo se oía a los pájaros y jugar al fútbol a los niños.

La vecina de al lado en seguida se puso en contacto conmigo. Nos separaba un solo tabique y las ventanas estaban pegadas. Con sólo abrirlas, podíamos intercambiar todo. Un golpe en el cristal bastaba y en seguida, aparecía Berta, la que en poco tiempo quiso que la llamara “tía Berta”. Una mujer que entonces contaba ya con 66 años, de luto, nariz prominente, una peluca que a veces usaba, pintada “sin control”. Su voz era fuerte porque usaba un aparato para oír mejor.  Tenía un caniche y es que Berta pensaba que pertenecía a la “crème de la crème” de la sociedad valenciana y nada más lejos de la realidad. Era viuda y tenía dos hijos muy diferentes que prácticamente pasaban de ella.

Era muy fácil congeniar con Berta y poco a poco, me fui enterando de su vida. Tenía una chispa especial, un toque de humor y una risa que te invitaba a reír. Vivía en un mundo hecho a su medida, lleno de fantasías, porque Berta se había estancado en el pasado, cuando a principios del siglo XX, vivía nada más y nada menos que en la preciosa Estación del Norte (Estació del Nord) ya que su padre era el Jefe de la Estación. Hablaba de bailes, fiestas, vestidos, pretendientes mil…

Después se casó con alguien, según ella, con mucho dinero y de muy buena familia (según yo, muy, pero que muy feo y con mucha cara) y nunca olvidaré cuando hablaba de que le era infiel con cualquiera, pero Berta, muy digna decía siempre: “Yo era la Catedral, las otras, sólo capillitas”. Me contaba hasta intimidades de lo más verdes y con ello demostraba, que la pobre, hacía lo imposible por mantener cerca a su huidizo marido.

Tía Berta, vivía alquilada en un piso sin reformar. Gracias a eso, pude descubrir cómo eran estas viviendas de origen; sus altos techos, sus suelos con preciosos dibujos, sus escayolas, la chimenea, el baño sin W.C., porque aunque os parezca extraño, en los años 30 estas casas tenían un baño con un W.C. al estilo francés, separado...

Pero Berta no era consciente de que su casa estaba hecha polvo; sus múltiples muebles, colocados sin ton ni son, se repartían por las estancias y ella disfrutaba de todo, hasta el punto de que tenía cucarachas de las negras por doquier, se reía y me decía: “Tengo la casa llena de seminaristas”. Todo lo tomaba a risa y a mí, la verdad, me hacía feliz compartir con ella tantos y buenos momentos, aunque fuera a través de la ventana. Un golpe que ambas ya teníamos como contraseña. No hacía falta abrir la puerta, ni llamar al timbre. Hasta alguna vez, salté a su casa a través de la ventana.

Esas ventanas se convirtieron también en la puerta de intercambio de platos sencillos pero regalados a la otra con todo el cariño. Berta no tenía mucho repertorio, pero a mí me encantaba su tortilla falsa de pan. Golpe en el cristal y un plato aparecía. Con lo que yo estudiaba y con el poco tiempo que tenía, no veas lo que agradecía que me regalara algo y si era esa tortilla dulce con sabor a limón y canela, todavía más. Yo también disfrutaba “pasándole” por ese “torno” ficticio, cualquier cosa que hacía.

Tía Berta también me invitaba a ver la tele porque yo no tenía. Tiempo después, vino mi hermana y otras chicas al piso y  también ellas formaron parte del círculo con tía Berta. Fue tanto el contacto, que la tarde noche del golpe de Estado del 23 F estuvimos en su casa delante de la tele y oyendo los tanques circulando muy cerca, tan sólo a dos calles de casa. Pasamos mucho miedo.

Y como último recuerdo divertido de ella, su complicidad antes de casarme. Berta cosía y se ofreció a arreglarme dos camisones divinos que me compré. No veas la de risas y cachondeo. Le encantaba seducir y provocar y yo se lo puse fácil aceptando su propuesta.

Con el tiempo tuvo que irse de la casa porque sus dueños la querían ocupar. Aún así, como vivía cerca, recuerdo llevarle unas buenas cazuelas de arroz al horno y cualquier dulce que preparaba. El intercambio ya no era mutuo. Berta cada vez tenía más dificultades y por desgracia, la mejor solución para sus hijos fue ingresarla en una residencia y olvidarla.

Este es mi pequeño homenaje a tía Berta. He preparado su tortilla dulce de pan en mini raciones. Berta merece mi recuerdo porque su manera de entender el amor y la vida, era única y especial, a pesar de los pesares.

Ingredientes (para 3 tortillitas)

- 2 huevos medianos
- 180 g de leche (desnatada)
- 3 trozos de corteza de limón
- medio palo de canela
- 30 g de azúcar (15 g de tagatosa o azúcar de abedul)
- 80 g de pan blanco seco y picado
*azúcar y canela en polvo para espolvorear
* aceite de oliva virgen extra
* margarina para engrasar
* un aro de emplatar

Preparación tradicional

- Picar el pan. Pesar y reservar.

- Hervir la leche, apartarla del fuego.

- Añadir el azúcar, la corteza de limón, el pan y el palo de canela. Tapar y dejar reposar.

- Separar la claras de las yemas.

- Batir las yemas con un tenedor.

- Batir las claras a punto de nieve.

- Añadir las yemas a la mezcla de pan y leche. Luego, añadir las claras a punto de nieve, con movimientos envolventes.

- Engrasar el aro con la margarina. Poner unas gotas de aceite en la sartén. Colocar el aro y verter cucharadas de la mezcla, tantas como deseemos que queden de gruesas, pero es preferible que no sean muy gruesas para facilitar el desmoldado.

- Cuajar la tortillita a fuego suave. Quitar el aro con cuidado y dar la vuelta a la tortillita con la ayuda de un plato.

- Repetir el proceso con el resto de la masa.

- Mezclar azúcar o tagatosa con la canela y espolvorear las tortillitas con la mezcla.



Preparación en TMX

- Picar el pan. Pesar y reservar.

- Verter la leche en el vaso. Añadir el azúcar, la corteza de limóny el palo de canela. Programar, 4 minutos, 100º, velocidad cuchara, giro a la izquierda. Infusionar el pan en la leche.

- Separar la claras de las yemas.

- Batir las yemas con un tenedor.

- Colocar la mariposa. Verter en el vaso las claras. Programar, 3 minutos, velocidad 3 y ½.

- Añadir las yemas a la mezcla de pan y leche. Luego, añadir las claras a punto de nieve, con movimientos envolventes.

- El resto, como en la preparación tradicional.

Notas:

- La cantidad de leche puede variar porque yo he utilizado pan casero. El pan hecho en casa se esponja muchísimo más que el comercial y por eso, mi pan ha embebido en seguida la leche.

- La cantidad de azúcar o de tagatosa, también es a gusto.

- Lo mismo ocurre con el tamaño de los huevos. Al batir las claras a punto de nieve, conseguimos dar más cremosidada las tortillas, pero si no tenemos tiempo, se puede añadir el huevo entero batido o un huevo y una yema.

- No es necesario utilizar un aro de emplatar. Lo he hecho para darle un toque especial. Es más trabajo y más dificultoso, pero queda más bonito, especialmente si se realiza para celebrar algo. Si no se utiliza, se cuaja la tortilla con toda la masa, como si de una tortilla salada se tratase tal y como la preparaba Berta. La suya era muy gruesa, por lo tanto, si queremos una tortilla más gruesas, aumentaremos proporcionalmente los ingredientes.

- Hay que tener mucho cuidado al quitar el aro. En primer lugar, hay que comprobar que ya ha cuajado lo suficiente la tortilla. Si no es así, se deformará. Se desliza con cuidado y se quita. Después, si ha quedado un poco deformada, se le vuelve a retocar la forma con la ayuda de una cuchara o tenedor de madera. Es muy importante engrasar bien el interior del aro antes de utilizarlo, lavarlo en cada uso, secarlo y volverlo a engrasar.

4 comentarios:

  1. Ay, Marisa. Hay tanta ternura, afecto y agradecimiento en esta historia que realmente no me canso de leerla. Qué atinado que la recuperaras incluyéndola en rectasbbss.
    Prácticamente no hay diferencias entre esta tortilla y el budín de pan que "de toda la vida" ha preparado mi mamá. No sé por qué rama de la familia vendrá ese budín, pero me atrevo a pensar que llegó a través de la vertiente española que nos cruza. Ya le preguntaré.
    Me queda una sensación rara luego de leer esta historia, muchas preguntas, supongo que aún necesito un tiempo más para procesarla.
    ¡¡Feliz 4° BBSS!! Enhorabuena que ya estamos en la línea de largada. Cariños.

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    1. Querida Silvia, es una historia que escribí con mucho cariño y creo que me salió del corazón. Me alegra que te haya gustado tanto. A saber de dónde vienen las tradiciones. Hemos hablado tanto de ello.
      Me gustaría poder seguir con la historia, pero no es fácil porque hace tiempo que Berta falleció y no tengo más recetas de ella que valgan la pena. Muchos besos

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  2. querida Marisa, me sigue pareciendo fascinante la historia de Tia Berta. Me encanta el cariño con el que la cuentas y las sonrisas que te sacará el pensar y relatar parte de la misma. La receta es estupenda y creéme que la haré, bss

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    1. Querida Marga, no había leído tu comentario. No sabes la alegría que me da leer todo lo que me dices. Sí, fue una época buena y triste a la vez, pero esta mujer me alegró la vida tras la muerte de mi padre y eso junto a que con 19 años me independicé a todos los niveles, fue muy bonito. La historia fluyó y me encanta que entre tú y Rosalía me ayudaráis a crear el lema de este 4º Reto. Gracias querida amiga.
      Besos

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La mayoría de las recetas publicadas en este blog, no son mías, por lo tanto sus autores no podrán contestar a los comentarios.
Aunque en cada receta tenéis un enlace a cada uno de los blogs, con el paso del tiempo, muchos de ellos no existen o ya no publican.
Gracias y un saludo. Marisa G.